“Cuando me decidí a afrontar mis miedos me di cuenta que
la mayoría de mis temores fueron provocados por mi propio miedo y lo que
ocasionó ese miedo fue el temor a afrontarlo.”
Cuando se experimentan miedo, se adopta una postura, una posición y conducta muscular, un ritmo cardíaco concreto, una determinada forma
de respirar, una visión del mundo única, un cierto nivel de tensión en los órganos internos, un metabolismo particular…
Los estados prolongados de desequilibrio, echan raíces y
siguen existiendo aunque la situación parezca haber cambiado.
Pero si prestamos atención a la postura corporal, nos damos
cuenta que el miedo sigue existiendo.
Al aceptar que se tiene miedo, se lo puede enfrentar, para
poder superarlo…